Una pausa en tu vida AntologíaMuestra

Un mensaje desde la tumba

Carlos I el Grande, llamado Carlo- magno, expandió sus reinos francos hasta transformarlos en un imperio al que incorporó gran parte de Europa Occidental y Central. Cuando su tumba fue descubierta y abierta, hace ya más de 250 años, se encontró su cuerpo embalsamado sobre una losa de mármol y vestido con todo su atuendo real. El monarca sujetaba con una mano un cetro cuajado de piedras preciosas, y con la otra, su dedo índice apuntaba a un párrafo del evangelio San Marcos que sostenía entre sus rodillas, exactamente en el capítulo ocho, versículo treinta y seis y que dice: “¿De qué aprovechará, al hombre, si ganare todo el mundo y perdiere su alma?”. Que esta reflexión bíblica haya sido hecha por alguien como Carlo Magno, tiene un valor sin igual. Alguien que, en verdad conquistó el mundo entero. ¿Quién mejor que él para jactarse de sus logros, hazañas y riquezas, que le acompañaron hasta su mismo féretro? Podría haber adjuntado a su lápida algo así como: “No necesité nada en esta vida ni lo necesitaré en la venidera”... Pero no. Reconoció lo inconsistente de la vida, lo efímero de las posesiones materiales, lo intrascendente del ser humano y acabó sus días con la Palabra de Dios como especial tesoro en sus rodillas. No sé si a lo largo de su vida le dio gloria a Dios y honró la Biblia. Me da la idea que, aún hasta su misma muerte, se debatió entre su poder, ejemplificado en aquel cetro aferrado, y su parte espiritual y eterna. Al fin y al cabo, es asunto entre él y Dios en el día del juicio. Lo que nos deja como moraleja es que, si Carlo Magno reconoció la verdad de Marcos 8:36, ¿qué nos queda a nosotros, por pensar?

El contexto completo de dicho texto dice así: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”.

Si mueres aferrado a tus logros, significa que nunca has logrado nada.