Una pausa en tu vida AntologíaMuestra

Intenta sonreír

Hay personas que nunca se ríen porque les cuesta hacerlo. Parecería que les faltaran los músculos del rostro para formar la sonrisa. Semblante tenso, rígido, ceño fruncido y brazos cruzados son su postura más común. Como si reír fuera sinónimo de debilidad, de pérdida de tiempo y la seriedad fuera madurez y firmeza.

¡Nada de eso! Dios nos dio la facultad de sonreír y si no lo hacemos nos estamos perdiendo algo que es patrimonio exclusivo de la raza humana: El humor, la alegría, la sonrisa. Nunca he sabido que dos o tres perros se junten a ladrar de la risa recordando aventuras callejeras. Ni un árbol que largue una carcajada porque el viento le hace cosquillas a sus ramas. Sólo nosotros tenemos el talento para sonreír. Entonces… ¿Por qué nos cuesta tanto hacerlo? Bueno la amargura del alma y el mal genio son síntomas que evidencian la presencia de pecado en nosotros. Se refleja la vida lejos de Dios. “En tu presencia hay plenitud de gozo”, dijo David, “delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:11). Si Invertimos las palabras en su sentido negativo verás de qué te hablo: “Lejos de Dios me lleno de tristeza, y vivo siempre amargado”. Es así que hoy vemos matrimonios tristes, padres “ogros”, jóvenes sin brillo en sus ojos y maestros que se parecen más a dictadores que a instructores. Si piensas que con un rostro serio te vas a ganar el respeto estás equivocado. Lograrás infundir terror pero nunca autoridad. Cuando Dios habita en ti, tu carácter cambia. No sólo experimentas un cambio de corazón y de mente sino que también te conectas con los demás, dejas de construir muros y comienzas a construir puentes, y esa experiencia relacionante enriquece tu vida. Alguien dijo que si logras llegar al final de tus días contando cinco buenos amigos, puedes considerarte un hombre rico. Pero para eso debes sembrar durante tu vida sonrisas, contagiar gozo, regalar estímulo, ignorar ofensas.

El gozo, al igual que el amor, más que un sentimiento es una decisión. ¡Decide ser feliz! (Filipenses4:4).