Triunfando en las PruebasMuestra

Navegando a través del sufrimiento con propósito

Lectura: 1 Pedro 4:12-19

EOAO: 1 Pedro 4:12-13

Amados, no os sorprendáis de la tremenda prueba de fuego que os ha sobrevenido, como si fuera algo insólito. Al contrario, alegraos de participar en los sufrimientos de Cristo, para que cuando su gloria se revele también os gocéis en triunfo.

En el texto

Sé que esta es una dura verdad que Pedro comparte cuando nos dice que esperemos sufrir. No te sorprendas por ello. Si Cristo sufrió, ¿por qué creemos que nosotros no deberíamos sufrir? De hecho, si tu camino parece saturado de pruebas de fuego, puede ser un indicador de que estás caminando en la voluntad de Dios para tu vida, viviendo tu fe con audacia.

Cuando te has propuesto en tu corazón vivir para Dios, es casi como si te convirtieras en un objetivo. Cuanto más oscuro se vuelve el mundo, más brillas tú, lo que puede provocar oposición. Y cuando las circunstancias de tus pruebas sean casi surrealistas, rayando en lo absurdo, reconócelo como lo que es: un ataque espiritual. Estás siendo atacado, no por quién eres, sino por de quién eres (Mateo 5:11-12).

La “prueba de fuego” de la que habla Pedro no es aleatoria. Viene, a menudo con fiereza, cuando somos más fieles a Dios y defendemos con valentía lo que es correcto. Nuestro compromiso con Cristo, nuestra negativa a integrarnos en el mundo, despierta resistencia. Cuando llevamos el nombre de Cristo, nos convertimos en aquellos a quienes el mundo perdido ataca.

He aquí la sorprendente realidad: este sufrimiento, por contradictorio que parezca, sirve como una profunda confirmación (Santiago 1:2-4). Indica claramente que tu vida está teniendo un impacto significativo en el reino de Dios. Al igual que Cristo, que vivió una vida de perfecta obediencia y aun así soportó un sufrimiento intenso, nosotros no estamos exentos del dolor cuando lo seguimos. Abrazar Su camino significa alinear nuestra vida tanto con Su sufrimiento como con Su incomparable gloria (Hebreos 12:3).

Oración

Querido Señor Jesús, en mi sufrimiento, recuérdame que no estoy solo. Ayúdame a ver estas pruebas no como un dolor sin sentido, sino como evidencia de que estoy caminando cerca de Ti. Fortalece mi corazón para perseverar, sabiendo que, con Tu regreso, mis lágrimas se transformarán en cantos de alegría. Amén