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Hasta que las Palabras nos SeparenMuestra

Hasta que las Palabras nos Separen

DÍA 4 DE 6

La queja, un imán para lo malo

Imagina que haces una fiesta. Inviertes mucho tiempo y dinero en que la ejecución sea perfecta. Hay miles de flores, globos finos, mesas elegantes y el chef más famoso de la ciudad se encarga del menú.

Te preocupas porque cada persona se sienta bien atendida. Pero al caminar al lado de una mesa, no se percatan de tu presencia y los escuchas decir que les sirvieron muy poca comida. Sigues de largo y ves a un invitado con su mano en el mentón haciendo mala cara. Te encierras en uno de los baños y oyes a dos mujeres criticando los colores de la decoración.

¿Qué sientes?

La vida es una fiesta. Y a veces solo nos percatamos de la nube gris que aparece de vez en cuando, en lugar de aplaudir el cielo azul, el sol y el arcoíris. ¿Qué siente Dios?

La queja nace de un corazón indiferente a las bendiciones. Pero cuando eres agradecido Dios se complace en darte más y más. Si eres padre sabes lo bien que se siente tener un hijo que da gracias por todo.

Tener una pareja quejumbrosa es agotador, ya que asumes cierta responsabilidad sobre lo que ella siente y puedes pensar que lo que haces no es suficiente o importante.

A veces tendemos a usar la queja como medio para sacar en cara algo a nuestro cónyuge, o para aliviar nuestros pensamientos negativos de alguna forma; pero es una manera incorrecta.

Vence la queja con la gratitud

Si consideras que tienes este hábito, es fundamental que empieces a ser consciente de él. Tomar tiempo diario cada día para agradecer a Dios por todo lo que tienes puede ayudarte a ejercitar la gratitud y a pensar en «todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre» (Filipenses 4:8).

La queja es un hábito que se puede desaprender y hacerlo trae beneficios grandes, no solo sobre tu hogar, sino sobre tu propia vida.

Cada vez que de tus labios salga una queja, de inmediato agradece por algo. Esta es una buena manera de tomar consciencia de cuantas veces nos quejamos al día, y pensarlo antes de hacerlo de nuevo.

Recuerda que en un corazón grande no hay lugar para la queja, sin importar que la hayas adquirido por hábito, porque convives con alguien quejumbroso, o porque has coleccionado amarguras del pasado, la queja no es un buen compañero en tu matrimonio.

Oración:

Dios, olvida aquellas veces en que me queje por algún motivo. Es tanto lo que tengo por agradecerte, que lo malo palidece en comparación con tu bondad hacia mí.

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