Reflexiones Sobre La JusticiaMuestra

Siendo mujer e “impura”, esta mujer se atrevió a acudir a Jesús con la esperanza de encontrar sanación. Y así fue. Se sanó física y espiritualmente.

Sin embargo, a pesar de su sanación, sintió vergüenza de ser descubierta por la comunidad, ya que su condición la excluía de la vida pública. Este pasaje nos recuerda que nadie puede estar demasiado lejos de Dios para ser sanado. Reconozcamos nuestro pecado y no encubramos nuestra iniquidad; confesemos nuestras transgresiones al Señor, porque él perdona la culpa de nuestro pecado (Salmo 32:5).

Que podamos recordar también que no importa quién nos considere desesperanzados e indignos, Jesús nos ve como dignos de ser su hija, que encuentra libertad y plenitud en Él. A pesar de cómo funciona el mundo, de cómo a menudo se excluye a la gente por sus diferencias, puedo atestiguar personalmente que el Señor me sigue eligiendo para servirle y ser su hija amada.

Desafío: Igual que Jesús se fijó en la mujer que sufría, presta atención a los que te rodean y se sienten indignos. Comparte de manera especial y personal que Jesús cambió su condición de marginados e “impuros” a dignos hijos de Dios.

Oración: Señor, ayúdanos a ver a las personas marginadas que tenemos cerca y danos la valentía de acercarnos a ellas para compartir nuestra experiencia personal de libertad y sanación en ti.