Caminantes Del Único CaminoMuestra

Persiste

Uno, de los muchos consejos que le dio el apóstol Pablo a Timoteo, fue que persistiera en lo que había aprendido. ¿Qué había aprendido Timoteo? La respuesta a esta pregunta la encontramos en 2 Tim. 1:13: “Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús".

Pero Timoteo, no sólo había aprendido de las enseñanzas y la vida de Pablo, sino que dice la Palabra acerca de él, “desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesú” (2 Tim. 3:15). Desde niño Timoteo había aprendido la Palabra de Dios. A ese conocimiento le añadimos la crianza que tuvo de su abuela y de su madre y de la que pudo obtener una fe genuina.

¿Por qué con todo ese bagaje, Pablo exhorta a Timoteo a persistir en la verdad que ha aprendido? Porque en aquel tiempo igual que en el actual, sobran los engañadores. Es por eso que, antes de decirle a Timoteo que persista en su fe, Pablo le advierte acerca de los engañadores, diciéndole que irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.

Persistir es perseverar, continuar en el camino estrecho que escogimos cuando entramos por la puerta de las ovejas que es Cristo. Persistir es proseguir con la mirada puesta en el blanco, a pesar de los engañadores, de las pruebas y las dificultades. La perseverancia va de la mano de la fidelidad. Para ser fieles tenemos que perseverar, así como para perseverar tenemos que ser fieles. Jesús dijo: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida" (Apc. 2:10).

El apóstol Pablo es un gran ejemplo para nosotros de lo que significa persistir. Un hombre que al final de sus días, y en turno para morir por Cristo, pudo decir: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe" (2 Tim. 4:7).

Perseverar y persistir conlleva esfuerzo, sacrificio, renuncia a nuestro yo; significa tomar la cruz y negarnos a nosotros mismos. Pero toda nuestra persistencia en el camino de la Verdad, que es Cristo, deberá estar ligada a nuestro amor por Él, así como de la conciencia de su amor por nosotros.

Lo bueno es que perseveramos asidos de Cristo, tomados de su mano, sustentados y fortalecidos por Él. Nuestra fe es avivada por el Espíritu Santo y cada vez que nuestras fuerzas decaen, recibimos fuerzas nuevas del Padre. ¡A Dios sea la gloria!

“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis" (1 Cor. 9:24).

Confío en que la lectura de este plan haya sido de gran bendición y edificación para tu vida, y que te haya servido de aliento para tu caminar en el Señor.

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ngfigue@yahoo.com

Agradecimiento especial al pastor Jonathan Riddering por su colaboración en el arte gráfico.