Misión en Las Parabolas Del ReinoMuestra

Durante dos días vamos a leer el mismo pasaje, la “parábola del sembrador” (Mateo 13:18) y su explicación. Hoy vamos a concentrar nuestra atención en las dos primeras tierras (Mateo 13:4–6, 19–21); mañana veremos las otras dos.

¿Qué aprendemos sobre la misión? La semilla es “la palabra del reino” (Mateo 13:19). El sembrador es Jesús mismo, aunque somos llamados a continuar su trabajo. El sendero representa los que experimentaron algo en sus corazones, pero no se combinó con el entendimiento (Mateo 13:19). Es, por supuesto, una obra del Espíritu Santo, pero es también un recordatorio que tenemos que comunicar el mensaje de tal manera que se pueda entender en el lenguaje, cultura y cosmovisión de la otra persona. Estamos metidos en una batalla espiritual, y el maligno desea agarrar y desechar lo que se ha sembrado en el corazón humano. Cuando no hay entendimiento, es una oportunidad fácil para que el enemigo llegue y explote la ignorancia, el miedo y la tentación, deshaciendo la obra del evangelismo y el discipulado.

La semilla en la tierra rocosa crece inmediatamente (Mateo 13:5)—la persona ha recibido la palabra con gozo (Mateo 13:20). Viéndolo desde la superficie, parece ser un crecimiento espiritual rápido. Pero una recepción gozosa no necesariamente garantiza una terminación gozosa. Puede haber un tipo de “creencia fácil” en la cual hacemos muchos convertidos pero no hacemos discípulos. Estos aparecen rápido pero les hace falta profundidad (Mateo 13:5) y raíces “en sí” (Mateo 13:21). Es como si la fe no fuera realmente suya. Los discípulos necesitan la enseñanza profunda, la capacitación y el mentoreo para que echen raíces en Cristo—no dependiendo siempre del misionero o del pastor—para que, cuando venga la aflicción, ellos puedan mantenerse firmes.

¿Qué podemos aprender de esta parábola sobre la misión? Primero: Jesús es el Sembrador—a veces nos sentimos como si tuviéramos que hacer toda la tarea del evangelismo y el discipulado, pero es la obra de él y él la empodera, aunque tenemos que sembrar la semilla. Segundo: La semilla es el mensaje del reino—y no debemos permitir que lo que hacemos oculte este mensaje. Tercero: Jesús siembra con increíble generosidad—casi con extravagancia inexplicable, cuando consideramos cuánta semilla cae encima de tierra no fructífera y se desperdicia. Jesús no es tacaño con su deseo de esparcir la semilla del evangelio lo más distante y comprensivo que sea posible, y debemos seguir su ejemplo mientras buscamos alcanzar a los pueblos y las culturas del mundo.