Un Hombre Con Una Misión: Un Viaje De 5 Días Con Jesús en Marcos 5–7Muestra
Jesús, un padre adolorido y una mujer desesperada
Cuando Jesús llega de nuevo al lado judío del lago para continuar con su misión de rescate, una multitud enorme sale a su encuentro. De esa multitud, se emergen dos individuos en dos historias entretejidas de desesperación. El primero es un hombre de influencia, el líder de una sinagoga; la segunda persona es una mujer empobrecida que ha sido alejada de la vida normal durante más de una década por los estragos de una enfermedad física feroz. Ambos llegan a Jesús porque se sienten desesperados—ya han gastado todas la otras opciones para resolver sus problemas. La hija del varón se está muriendo; la existencia de la mujer ya es más como la muerte que la vida y sus recursos han desaparecidos. En sus historias entretejidas, vemos a Jesús demostrando tres actitudes y acciones misionales hacia ellos.
Primero: Jesús está listo para las “interrupciones”. Parece que el nuevo día va a incluir un evento masivo, con mucha predicación y enseñanza al lado del mar, cuando el oficial de la sinagoga aparece con su petición: “Mi hija pequeña se está muriendo. Por favor, venga y ponga sus manos sobre ella; sánela, para que viva” (v. 23). Aparentemente sin vacilar, Jesús deja “la plataforma grande” para ocuparse de esta necesidad más íntima y empieza a acompañar al hombre a su casa, con la multitud atrás. En el camino, la mujer desesperada se le acerca por atrás en medio de la multitud, y recibe sanidad y restauración como un relámpago que corre por su cuerpo cuando toca la túnica de Jesús. De la misma manera que Jesús no vaciló en interrumpir su “campaña” de predicación para hacer una visita a una niña enferma, ahora no vacila en interrumpir su ruta hacia esa visita para tener una conversación redentora con la mujer que lo ha tocado. (Podemos imaginar la impaciencia de ese padre desesperado con este pare en el camino, especialmente cuando descubrimos que la niña se ha muerto durante su viaje para traer a Jesús.)
Tal vez la disposición de Jesús para atender las interrupciones brota de la segunda característica misional que él demuestra: una ATENCIÓN AUDAZ. Jesús está profundamente atento a las personas que están con él, profundamente sensible de sus necesidades. Marcos nos ha dicho que Jesús fue empoderado por el Espíritu Santo al inicio de su ministerio (1:10), y él permanece audazmente atento a la dirección del Espíritu. Jesús presta atención cuidadosa, tanto a la gente como al Espíritu. Cuando se da cuenta de que el poder sanador ha fluido de él, presta atención, haciendo una pregunta que parecía sin sentido en ese contexto de multitudes que lo empujaban por todos lados: “¿Quién me tocó?” (v. 30). Es una pregunta audaz que pide audacia en respuesta—y la mujer responde arrodillándose delante de él, exponiéndose a cualquier enojo o crítico que la espere.
Y es precisamente aquí que vemos la tercera característica misional que Jesús demuestra en este par de historias: una TERNURA admirable. Aunque Jesús puede expresarse de una forma bastante brusca con los que tratan de impedir su misión de rescate, como los vecinos mofadores en la casa de la niña muerta (vv. 39–40), él ofrece una ternura restauradora a los rescatados. No hay crítica de la mujer cuando revela su identidad; en cambio, Jesús se dirige a ella con ternura, llamándola “hija”, y la envía a su casa en paz. Y cuando entra en la habitación donde yace el cuerpo de la niña, él la toma de la mano y la llama Talitha, “niña pequeña”, una forma tierna y cariñosa de dirigirse a ella.
Las recipientes de la misión de Jesús en este par de historias son personas con bajo estatus en ese contexto histórico y social—una niña, una mujer enferma. No son “dignos” del tiempo y la atención de un maestro importante. Pero Jesús les ofrece su disposición de ser interrumpido por sus necesidades, una atención audaz a su situación y una ternura profunda mientras las restaura a plenitud de vida.
Escrituras
Acerca de este Plan
En Marcos 5–7, vemos a Jesús y los discípulos haciendo un “zig-zag”, cruzando varias veces el Lago de Galilea, de un lado para otro. Los discípulos debían haberse sentido un poco desorientados a veces con todo ese movimiento, pero Jesús está claramente en control de su itinerario. Parece estar en una misión muy intencional en estos capítulos, y ninguno de sus encuentros con las personas es por casualidad o no anticipado. ¡Está atento a la invitación a participar con Jesús en un viaje misional que cruza fronteras!
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Nos gustaría agradecer a One Mission Society por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://onemissionsociety.org/