Un Hombre Con Una Misión: Un Viaje De 5 Días Con Jesús en Marcos 5–7Muestra

Jesús vuelve a casa

Después de los encuentros sanadores con la niña y la mujer desesperada, el viaje de Jesús continúa. Permanece un tiempo en el lado judío del lago, y hace una visita a Nazaret. Marcos sigue presentando a Jesús como el “director de viaje” en esta sección; es él que elige el itinerario, así que el tiempo en Nazaret es tan intencional y lleno de propósito como los demás encuentros. Allí mismo en Nazaret, en el lugar donde él había crecido y entre las personas que lo conocen mejor, Jesús experimenta una oposición dolorosa a su misión. Él demuestra tres características clave de una respuesta apropiada ante los obstáculos y la oposición.

Primero: Mantiene la CALMA. Después de unos pocos días en casa, Jesús enseña en la sinagoga. Las cosas parecen estar progresando bien, mientras sus amigos y vecinos observan sus milagros y oyen sus enseñanzas sabias. Pero rápidamente su asombro se convierte en burlas; no pueden creer que el hijo de un carpintero tenga la osadía de hacer y decir las cosas que Jesús está haciendo y diciendo. Lo interpretan como un hijo local con pretensiones ofensivamente gigantescas. Marcos dice que se ofendieron y rehusaron creer en él (v. 3). Aunque puedo imaginar a Jesús sacudiendo la cabeza sobre su postura obstinante, él no grita ni siquiera se defiende. Simplemente cita un proverbio, “un profeta tiene honor en todos los lugares menos su casa”, y con tranquilidad sigue con su misión.

Segundo: No pasa por alto las OPORTUNIDADES PEQUEÑAS. Marcos dice que por la incredulidad en Nazaret, Jesús no puede hacer muchos milagros entre ellos. Sin embargo, él pone sus manos en unos pocos enfermos y los sana (v. 5). Jesús podría haber dado la espalda a todos de golpe, saliendo furiosamente del pueblo sin mirar hacia atrás. En cambio, él permanece atento a los pequeños rincones de receptividad y fe en Nazaret, respondiendo a estos con los mismos dones de liberación y restauración que él ha estado compartiendo tan abundantemente con las personas en otros lugares. Jesús no necesita una plataforma masiva o una multitud bulliciosa de seguidores para su misión; él está dispuesto a llevar la gracia y la sanidad a unos pocos que están listos para recibirlas.

Tercero: Jesús PERSEVERA. Aunque él se asombra con la incredulidad de sus familiares, amigos y vecinos, esta no lo desvía de su propósito. De hecho, parece salir de Nazaret con un propósito renovado y con energía fresca. No solo sigue enseñando y sanando en las aldeas en este lado del lago, también envía a sus discípulos para que hagan lo mismo, multiplicando la misión de una manera nueva (vv. 7–13).

Confrontado por la oposición misional y la hostilidad, Jesús mantiene la calma, no pasa por alto las oportunidades pequeñas y persevera con su llamado. Estas actitudes y acciones hacen que la misión avance aun en circunstancias difíciles.