Los Regalos De La Vida Misional: Un Viaje De 5 Días, Explorando Los Regalos Del Espíritu Santo Para La Vida MisionalMuestra

El llamado del Espíritu para la misión

Podríamos definir la vida misional como una vida con propósito e intencionalidad, alineada con la misión de Jesús mismo. Este tipo de vida con propósito empieza con el llamado del Espíritu Santo. Una de las ilustraciones más claras de esto se halla en Hechos 13:1–4, cuando la iglesia de Antioquía oye el llamado específico del Espíritu sobre Bernabé y Saulo, y envía a los dos para que sigan ese llamado. Frecuentemente nuestra cultura individualista nos tienta a pensar que el llamando del Espíritu es un asunto puramente personal y privado, pero Hechos 13 nos muestra que nuestro llamamiento se discierne mejor en medio de una comunidad que ora y adora juntos. ¿Cómo recibieron Bernabé y Saulo su llamado en medio de la comunidad cristiana de Antioquía? Vemos por lo menos tres aspectos clave.

Primero: Bernabé y Saulo estaba activamente involucrados en el ministerio de enseñanza de la iglesia local. El versículo 1 dice que eran entre “los profetas y maestros”. La comunidad ya había experimentado los dones del Espíritu en estos hombres y había desarrollado confianza en su liderazgo. Bernabé y Saulo no eran “solistas”; estaban profundamente conectados a una congregación local.

Segundo: El llamado específico del Espíritu Santo llegó mientras la congregación adoraba. Lucas lo narra de una manera sencilla y sin adornos retóricos: “Mientras adoraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo. . .” ¡Parece que esta congregación entró en la adoración con la expectativa de que Dios iba a hablarles! Como grupo, estaban atentos a la voz del Espíritu. Es probable que el llamado del Espíritu haya venido por medio de uno o más de los otros “profetas y maestros”, y esto subraya la humildad de Bernabé y Saulo, que se sometieron a la voz del Señor mediada a través de otros creyentes respetados.

Tercero: Esta congregación era responsiva y obediente al llamado del Espíritu. Ayunaron y oraron más, y después dieron pasos concretos para confirmar el llamado del Espíritu sobre Bernabé y Saulo: “les impusieron manos y los enviaron”. La iglesia era generosa y solidaria, dispuesta a soltar a dos de sus notables “profetas y maestros” para avanzar la misión de Jesús en otros lugares. Bernabé y Saulo eran responsivos también, dispuestos a no aferrarse a la seguridad de lo conocido o a la comodidad de estar “en casa”.

El versículo 4 afirma que la misión de estos dos varones no era la idea de la iglesia de Antioquía sino el llamado lleno de propósito del Espíritu Santo: “Así, habiendo sido enviados por el Espíritu Santo, bajaron a Seleucia, y de allí a Chipre”. ¡Y así empezó el gran movimiento misionero de la iglesia primitiva! ¿Cómo podría haber sido diferente la historia, si Bernabé y Saulo no hubieran estado profundamente involucrados en la iglesia local de Antioquía, si esa iglesia no hubiera estado atenta para discernir el llamado del Espíritu sobre las vidas de Bernabé y Saulo, y si ambos—ellos y la congregación—no se hubieran sometido a ese llamado? ¡Gracias sean a Dios por su obediencia responsiva!