Los Regalos De La Vida Misional: Un Viaje De 5 Días, Explorando Los Regalos Del Espíritu Santo Para La Vida MisionalMuestra

La perspectiva divina para la misión

El Espíritu Santo llama a los discípulos de Jesús a entrar en su misión y los capacita para una vida misional a través de los regalos de su poder, su presencia y su provisión. Hay un regalo más que queremos explorar en esta semana: la perspectiva del Espíritu Santo.

Vivimos en un mundo bullicioso, con voces ruidosas y estridentes gritando opiniones disfrazados de “verdad” desde las pantallas y audífonos de nuestros dispositivos. Nuestro contexto cultural postmoderno relativiza la verdad, promocionándola como una como un producto personalizado y privatizado. Tratar de navegar por la cacofonía de voces y la multitud de “verdades” puede parecer como si camináramos por un campo minado con los ojos vendados.

Sin embargo, Jesús le promete a su pueblo misional que el Espíritu Santo será nuestro guía, proveyendo la perspectiva divina que nos mantendrá en el camino correcto mientras buscamos ser fielmente obedientes a su llamado. En Juan 15:26, Jesús especifica que el Espíritu Santo es “el Espíritu de la verdad”, cuyo rol es testificar de Jesús. “Testificar” significa dar evidencia o pruebas de la existencia o verdad de algo, ser testigo de algo. En Juan 14:26, Jesús dejan en claro que el objeto del testimonio del Espíritu es Jesús mismo: “él les enseñará todo y les recordará todo lo que les he mandado”. El Espíritu Santo les habla a los discípulos de Jesús, tal como lo hizo a la iglesia en Antioquía (Hechos 13), dando a conocer la voluntad y los caminos de Dios para el pueblo misional de Dios. Como vimos en Hechos 13, oír y recibir esta perspectiva divina frecuentemente ocurre en el contexto de la adoración, mientras el pueblo de Dios se reúne con la expectación de alabarlo y de oírlo. Ese tipo de adoración atenta a la perspectiva y dirección del Espíritu Santo probablemente va a requerir que silenciemos algunas de las otras voces que buscan forzar sus perspectivas en nosotros, para que tengamos tiempo y espacio para escuchar al Espíritu de verdad.

La vida misional empieza en el corazón de Dios; el Espíritu Santo nos da el llamado de unirnos a la misión de Dios. La misión es demasiado grande para nuestras propias fuerzas, así que, habiéndonos llamado, el Espíritu da regalos para capacitarnos—su poder, su presencia, su provisión y su perspectiva.

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