Los Regalos De La Vida Misional: Un Viaje De 5 Días, Explorando Los Regalos Del Espíritu Santo Para La Vida MisionalMuestra

Poder para la misión

Cuando el Espíritu Santo nos llame a unirnos a Jesús en su misión, también proveerá los regalos que empoderan esa misión. De hecho, sin estas dádivas del Espíritu, nuestros esfuerzos “misionales” serán vanos y sin fruto.

El primer regalo para la misión que el Espíritu da es su poder. En Hechos 4:23–31, vemos a la iglesia en Jerusalén confrontando la primera amenaza genuina de oposición hostil a su misión. Pedro y Juan habían sido arrestados, encarcelados y amenazados repetidamente por los sacerdotes principales y los ancianos judíos (4:1–22). Ellos, liberados, regresan para contarles a los otros creyentes de las amenazas y, en respuesta, la iglesia levanta una de las oraciones misionales más asombrosas registradas en las Escrituras. Tanto su oración (especialmente los versículos 29–30) como la respuesta del Espíritu Santo a esa petición (v. 31) subrayan la necesidad absoluta del regalo de poder para la misión.

Frente las amenazas y oposición, la iglesia joven no pide liberación; en cambio, ruegan que Dios les dé poder para la misión. Primero: Necesitan poder para hablar la palabra de Dios con “toda audacia”. No van a esconderse, no van a suavizar el mensaje radical del evangelio para que sea más “cómodo”--¡ellos desean una audacia empoderada por el Espíritu! Segundo: Piden que el poder de Dios provea una confirmación visible para su testimonio evangélico, a través de sanidades, señales y prodigios hechos en el nombre de Jesús. Reconocen que su misión flaqueará sin el poder del Espíritu Santo.

El versículo 31 indica cuánto se alineaba su oración con los propósitos del Espíritu y cuánto le complacía a Dios: “Cuando habían orado, el lugar donde estaban reunidos se sacudió; y todos fueron llenos con el Espíritu Santo y hablaron la palabra de Dios con denuedo”. ¡Dios les concedió la audacia empoderada por el Espíritu que habían pedido! Vemos en el capítulo 5 que también les dio la confirmación en señales y prodigios que habían por la que habían orado, y esa combinación de testimonio audaz y milagros empoderados por el Espíritu resultó en una fecundidad misional que no se pudo detener: “más que nunca, nuevos creyentes se estaban añadiendo al Señor, grandes números de hombres y mujeres” (5:14).

Lo fundamental es esto: El poder del Espíritu Santo es el combustible para la vida misional. ¡No intentes entrar en la misión sin él!