Ekklesía: más que un momento, un movimiento.Muestra

Día 1: El origen
Si te pidiera que dibujaras una iglesia, ¿qué harías? Probablemente tomarías un lápiz y, sin pensarlo mucho, esbozarías un edificio con un techo en forma de triángulo, una cruz arriba y, si eres detallista, hasta una campana. No está mal, pero... ¿es eso realmente la Iglesia?
Jesús nunca dijo: "Sobre esta piedra edificaré mi catedral gótica con vitrales imponentes". Lo que él dijo en Mateo 16:18 fue: "Edificaré mi iglesia" (ekklesía, en griego). Y aquí está lo curioso: esa palabra no significaba "templo" o "edificio sagrado". En realidad, ekklesía era un término común para una asamblea, un grupo de personas reunidas con un propósito. O sea, si vivieras en tiempos de Jesús y escucharas "ekklesía", podrías haber pensado en una reunión de vecinos organizando una feria o un grupo discutiendo cómo mejorar las calles de la ciudad.
En otras palabras, cuando Jesús dijo "Iglesia", no estaba hablando de lámparas colgantes ni de alfombras rojas, sino de personas. Personas comunes y corrientes —como tú y yo— con un llamado extraordinario: ser su comunidad en la tierra.
Un movimiento, no un museo.
La Iglesia primitiva no tenía bancas acolchonadas ni proyectores de última generación. De hecho, no tenía ni siquiera un lugar fijo para reunirse. Se congregaban en casas, en plazas, en patios traseros, en cualquier sitio donde pudieran compartir su fe y apoyarse mutuamente. En cierta manera, eran como esas familias que se reúnen a comer los domingos, pero en lugar de discutir sobre fútbol, hablaban sobre Jesús.
El punto es que la Iglesia nunca fue una institución estática; fue, desde el principio, un movimiento. Un movimiento de personas que, transformadas por el amor de Dios, decidieron cambiar el mundo. Y, por cierto, lo lograron. No con estrategias políticas ni con fuerzas militares, sino con algo más poderoso: amor, servicio y un mensaje que sigue resonando hasta hoy.
¿Y tú?
Si alguna vez pensaste que la Iglesia es solo "algo a lo que asistes los domingos", piénsalo de nuevo. No eres solo un espectador en una reunión religiosa; eres parte de una historia que comenzó hace más de 2 000 años y que sigue escribiéndose.
Dios te ha dado dones y talentos únicos. Tal vez eres un excelente anfitrión, un gran orador, un músico talentoso o, simplemente, alguien que sabe escuchar cuando alguien necesita desahogarse. Sea lo que sea, hay un lugar para ti en la Iglesia. No se trata de cuánto tiempo pases en un edificio, sino de cómo estás viviendo tu fe en comunidad.
Preguntas para reflexionar:
- ¿Cómo definirías la Iglesia después de leer esto?
- ¿Cuál es tu papel en este movimiento llamado Iglesia?
- ¿Cómo puedes usar tus dones y talentos para servir a los demás y hacer crecer el reino de Dios?
Oración:
Padre celestial, gracias porque tu Iglesia no es un edificio, sino una familia. Gracias porque me hiciste parte de este movimiento que sigue impactando al mundo. Ayúdame a encontrar mi lugar, a usar los dones que me has dado y a ser una luz para los demás. Que nunca me olvide que la Iglesia no es un lugar al que voy, sino algo que soy. En el nombre de Jesús, amén.
Recuerda:
La Iglesia no es un museo de santos perfectos, sino un hospital de pecadores redimidos. Si sigues a Jesús, no eres un visitante de la iglesia; eres parte de la Iglesia. Y lo mejor de todo: ¡tienes un papel clave en esta historia!
Escrituras
Acerca de este Plan

Redescubre la Iglesia: un viaje de 7 días hacia la esencia de la "ekklesía". ¿Qué significa “iglesia”: edificio, templo, un salón, una institución? Es algo mucho más profundo. A través de la Biblia, exploraremos el origen de la Iglesia, su lanzamiento como un movimiento imparable, el poder de la oración, la importancia de la unidad y el papel vital que cada uno de nosotros tiene en el cuerpo de Cristo.
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Nos gustaría agradecer a vidain por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: vidain.org