Ekklesía: más que un momento, un movimiento.Muestra

Día 2: El lanzamiento

Si alguna vez has intentado encender una fogata sin fósforos, sabes lo frustrante que puede ser. Soplas, frotas palitos, intentas usar una lupa como en las películas... y nada. Hasta que, de repente, una chispa lo cambia todo. En cuestión de segundos, el fuego está vivo.

Eso fue lo que pasó el día de Pentecostés.

Los discípulos de Jesús estaban juntos, probablemente preguntándose: "¿Y ahora qué?". De repente, vino un estruendo como un viento impetuoso, lenguas de fuego aparecieron sobre sus cabezas, y empezaron a hablar en otros idiomas. No fue un espectáculo de efectos especiales; fue el momento en que Dios encendió la chispa que transformaría al mundo.

De temerosos a intrépidos

Antes de Pentecostés, los discípulos eran como un equipo de fútbol que se quedaba en el vestidor. Tenían el mensaje, pero les faltaba el empuje. Pero cuando el Espíritu Santo vino sobre ellos, salieron a las calles con valentía y comenzaron a predicar. Pedro, el mismo que había negado a Jesús tres veces, se levantó y dio un discurso que llevó a miles a la fe.

Y así comenzó la Iglesia. No con una inauguración formal, sino con corazones encendidos y bocas que no podían quedarse calladas.

¿Y tú?

La Iglesia sigue en movimiento. No se trata de quedarse en la banca esperando a que otros hagan el trabajo. Dios te ha llamado a ser parte de esto.

Preguntas para reflexionar:

• ¿Cómo ha transformado el Espíritu Santo tu vida?
• ¿Qué te impide compartir tu fe con más valentía?

Oración:

Espíritu Santo, enciende en mí la misma pasión que llenó a los primeros cristianos. Dame valentía para hablar de Jesús y para vivir como parte de tu Iglesia en movimiento. Amén.

Recuerda:

La Iglesia no es un club exclusivo; es un movimiento imparable. ¡Y tú eres parte de él!