Ekklesía: más que un momento, un movimiento.Muestra

Día 4: Es de valientes

A todos nos ha pasado. Estamos orando y, de repente, nuestra mente empieza a divagar. "Señor, gracias por este día, te pido que... uh, olvidé responder ese mensaje. Hablando de mensajes, tengo que comprar café. ¿Qué habrá de comer hoy?".

La oración puede ser un reto. A veces parece que nuestras palabras rebotan contra el techo y caen al suelo sin respuesta. Pero la Biblia nos muestra que la oración no es solo una lista de deseos lanzada al aire, sino una conversación con el Dios del universo. Y, cuando es hecha con valentía y fe, puede cambiarlo todo.

La oración que sacudió el mundo

Imagina estar en los zapatos de los primeros cristianos. Habías visto milagros, pero también amenazas. La oposición era real, las autoridades no estaban jugando, y seguir a Jesús podía costarte la vida.

Cuando Pedro y Juan fueron amenazados por predicar sobre Jesús, la Iglesia primitiva no organizó una reunión de estrategia ni envió una petición para que hubiera un "mejor trato a los creyentes". ¿Qué hicieron? Se reunieron a orar. Pero no pidieron protección ni comodidad. En Hechos 4:29, su petición fue: "Señor, concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra". No pidieron un camino más fácil, sino más valentía.

La respuesta de Dios no se hizo esperar. "Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios" (Hechos 4:31). Dios no les quitó los problemas, pero les dio la fortaleza para enfrentarlos.

La valentía en la oración

Hoy en día, tal vez no estamos enfrentando persecución como la Iglesia primitiva, pero hay otras luchas: miedo al rechazo, dudas sobre si Dios realmente escucha o, simplemente, la comodidad de una vida sin riesgos.

La pregunta es: ¿cómo oramos? ¿Solo pedimos cosas para nosotros o le pedimos a Dios que nos haga valientes para su propósito?

Tal vez la oración más valiente que puedas hacer hoy no sea: "Señor, solucióname esto", sino: "Señor, déjame ser parte de la solución".

¿Y tú?

Si la oración es nuestra conversación con Dios, ¿cómo se vería si habláramos con Él con la misma confianza que al hablar con un amigo cercano? Imagina empezar el día con: "Dios, dame una razón para reírme hoy; dame a alguien a quien bendecir. Y, ya que estamos en esto, ayúdame a no perder la paciencia con el tráfico".

La oración es poderosa, pero también personal. Dios no solo escucha palabras estructuradas y solemnes, Él escucha corazones sinceros.

Preguntas para reflexionar:

• ¿Tu oración es valiente o rutinaria?
• ¿En qué área de tu vida necesitas más valentía para orar?
• ¿Cómo puedes hacer de la oración un hábito diario y natural?

Oración:

Señor, enséñame a orar con valentía y confianza. Ayúdame a no solo pedir soluciones, sino a ser parte de ellas. Quiero acercarme a ti con sinceridad y constancia. En el nombre de Jesús, amén.

Recuerda:

La oración no es una lista de peticiones, es una conversación. Habla con Dios con confianza, con fe y con la valentía de alguien que sabe que está siendo escuchado.