«El Sonido De Los Cielos»Muestra

«Todos reciben un propósito»

Muchas personas, incluyendo a muchos cristianos, luchan por encontrar su propósito en la vida. Deambulan de una actividad para otra, de un grupo a otro, y van de una congregación a otra. Muchos piensan que existe una clave secreta para descubrir los misterios del significado de su vida. No hay ningún secreto; está página tras página en la Palabra de Dios.

Uno de los problemas, es que muchos de los que se congregan cada semana asumen, que Dios existe para ayudarlos a cumplir con sus agendas. Pero Dios no es empleado nuestro. Él es el Rey. Las cosas que el mundo valora no pueden darnos el verdadero significado.

Esas cosas no nos desafían a dar lo mejor para la gloria de Dios. Los propósitos del mundo son egoístas, no son de autosacrificio. ¿Cómo sabemos, lo que más valoramos? Es en lo que pensamos cuando tenemos tiempo libre, lo que soñamos, es donde pasamos nuestro tiempo y en cómo invertimos nuestro dinero. El Señor habló a través de Jeremías: «…Que no se gloríe el sabio de su sabiduría, ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza. Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme y de comprender que yo soy el Señor, que actúo en la tierra con amor, con derecho y justicia, pues es lo que a mí me agrada… »

El Señor, se deleita en que lo conozcamos y lo amemos, entonces de la abundancia de ese amor, nosotros mismos derramaremos bondad y justicia para todo el que nos rodea.

Jesús explicó este doble propósito, en lo que conocemos como «El gran mandamiento» y «La gran comisión». Un experto en la ley de Moisés, pidió a Jesús que señalara el mayor de todos los mandamientos del Antiguo Testamento. Jesús dijo: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente –les respondió–. Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas».

¿Qué significa amar a las personas? Para Jesús significaba muchas cosas y se aseguró de que sus seguidores no perdieran la esencia de su venida a la tierra. 

Solo a unas horas después de las últimas instrucciones a sus discípulos, lo acusaron falsamente, lo juzgaron arbitrariamente, fue apresado injustamente y condenado a muerte injustificadamente. Al crucificarlo parecía que el mal había triunfado, pero en realidad, ¡solo fue la mayor demostración de los propósitos de Dios en la historia de la humanidad!