«El Sonido De Los Cielos»Muestra

«Escuchemos el sonido de los cielos»

Algunos podrían decir: «Las preocupaciones y exigencias de la vida me distraen». ¡Tonterías! Ciertamente, todos tenemos preocupaciones y exigencias de la vida. Somos personas que viven en un mundo caído, pero tenemos una conexión con el amor más grande, el poder más grande, y ¡el mayor propósito que el mundo haya conocido! Cuando Él nos sorprende, nuestras distracciones se desvanecen. Podemos mirar todas nuestras preocupaciones a través del lente de la fe en el Único que tiene la autoridad y compasión supremas. En Él podemos relajarnos y confiar.

No somos inmunes a un debilitamiento en nuestra pasión por Dios. El nuevo día comienza por nosotros. No podemos esperar que nuestro pueblo se maraville de las bondades y la grandeza de Dios, si nuestro corazón no está encantado con Él. Tenemos que echar fuera toda distracción, miedo u orgullo y debemos reemplazarlos por asombro, alabanza y fe. A medida que dejamos la inhibición, nuestro pueblo podrá darse cuenta. Seremos la mecha que enciende la dinamita del poder sobrenatural en su vida. Entonces, juntos, podemos clamar a Dios en voz alta y con un corazón lleno, para que su Espíritu, que mora en nosotros, nos empodere para cumplir sus planes con nosotros para el mundo. Cuando esto suceda, escucharemos el sonido de los cielos entre nosotros.

Todos necesitamos modelos, que nos ayuden a tener una idea de lo que Dios quiere hacer en medio nuestro. Mi amigo John, me ha ayudado a experimentar el sonido del cielo mientras oramos juntos. ¡Es maravilloso! Tuve otro ejemplo cuando en una conferencia escuché al pastor Niko Njotorahardjo, de Jakarta, Indonesia, mientras hablaba acerca de la oración en su congregación. Hablaba poco español, pero trajo un video de una de sus reuniones de oración. Mientras veíamos, miles de personas de su congregación estaban paradas orando al Señor. Era algo maravilloso.

Algo así debió ocurrir en el aposento alto en el día del Pentecostés. Cerré los ojos y levanté mis manos. Me hubiera gustado que ese momento durara para siempre. Sentía, como si estuviera a las puertas de los cielos escuchando a los ángeles y a los santos cantar y orar al Señor. Con ese espíritu, ¡el pueblo estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por el Rey! Pero esa experiencia no ha sido reservada solo para un momento en la vida de ciento veinte personas, hace dos milenios o para una gran congregación en Indonesia en la actualidad. 

El Espíritu de Dios, espera que sus hijos le invitemos a invadir nuestro corazón, nuestro liderazgo, nuestras reuniones de oración y nuestros servicios de adoración tan poderosamente, que suene como un viento recio. Es el sonar de los cielos… ¿puede oírlo?