«El Sonido De Los Cielos»Muestra

«El sonido de los cielos»

Cuando el Espíritu Santo vino sobre los creyentes en el aposento alto, no fue un momento silencioso. Lucas nos dice que «de repente, vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados». ¿Cómo sería el sonido de los cielos hoy en nuestras congregaciones? ¿Será posible que el Espíritu quiera venir sobre nosotros de esta manera? Los discípulos oraban cuando los envolvió el sonido. Cuando oramos con fervor en el Espíritu, puede suceder lo mismo.

Comencé a orar para que nuestra congregación se llenara con el sonido de los cielos. ¿Se puede imaginar, estar en una habitación con un grupo de creyentes comprometidos, apasionados y que todos quieran, más que cualquier otra cosa en el mundo, experimentar el propósito, el poder y la presencia de Dios? Serían personas que no se avergonzarían de la obra del Espíritu en ellos y entre ellos, personas que no dudarían en clamar a Dios para hacer lo que solo Él puede hacer, personas saturadas del amor de Dios por aquellos que oran junto a ellas: aquellos que normalmente los molestan, que se ven diferentes, que actúan de manera diferente, y votan de manera diferente, personas que viven en la habitación de al lado, al cruzar la calle, o al otro lado del mundo. Es posible.

Mi gran amigo John y yo, hemos sido parte de un grupo de personas que escuchan frecuentemente el sonido de los cielos mientras oramos. Es el sonido del Espíritu hablando a través de nosotros, y en nosotros, y no puede contenerse. ¡Podemos adorar a Dios de una manera que invite a los ángeles a participar! Las huestes celestiales pueden llenar el lugar con cantos de alabanza mientras escuchan nuestras canciones de redención.

Muchos de nosotros tenemos doctrinas correctas, pero nuestro corazón está reservado. Decimos que hemos entregado completamente nuestro corazón a Jesús, pero nuestras oraciones son rutinarias y nuestra alabanza es tibia. Cuando usted ora, ¿se da cuenta que se está conectando con Aquel, que con su palabra arrojó las galaxias al espacio? ¿Le sorprende que el Hijo de Dios saliera del esplendor del cielo para poner los pies en la tierra, como siervo para vivir y morir por los que lo ignoraban o despreciaban? Si no estamos conscientes de eso, no habrá una alabanza genuina. Si no nos admiramos, no habrá progreso en nosotros. Si no estamos impresionados por la gracia de Dios por pecadores como nosotros, serviremos a medias o solo para que la gente nos vea.