«Un Intercambio Glorioso»Muestra

«¿Por qué la iglesia no reproduce el modelo de Jesús?»

Como uno de tantos líderes de esta generación, que cree que la profecía dice que «la gloria postrera de esta casa será mayor que la primera», me pregunto: ¿Cómo es que estamos tan lejos de comprender a qué se refiere Dios cuando dice esto?

En Romanos, Dios revela su eterno propósito para cada una de nuestras vidas como hijos, y de la misma manera, el eje gravitacional de todas nuestras decisiones para vivir en el Reino de Dios, hasta el día de nuestro encuentro con Él: «Ser conformados a la imagen de su Hijo».

Este único modelo escritural centrado en la persona de Cristo es insustituible. Es el modelo puesto por Dios, el de los apóstoles y el de la iglesia primitiva. Ellos nunca fueron invitados a recibir a Jesús en sus corazones como alguien que venía para restaurar sus vidas pasadas, sino que fueron invitados a morir para nacer de nuevo, a ir en pos de Él, a negarse a sí mismos, y hasta tomar cada uno su cruz para seguirlo. Sabían y de la misma manera estaban convencidos, que Jesús se había dado a conocer a sus vidas para hacer todas las cosas nuevas. Comprendieron que Jesús había venido a establecer un Reino, y que amarlo era seguirlo, renunciando así a sus propias vidas. 

En un momento de una enorme transculturación en la iglesia de Jesucristo, este es un punto en el que debemos recapacitar y entender por qué la iglesia no está reproduciendo este modelo.

En el Capítulo 4 del libro de Marcos, Jesús enseñaba a través de una parábola acerca de un sembrador que salió a sembrar, donde la semilla que sembraba representa la Palabra de Dios. Esta cayó en cuatro lugares diferentes, pero la única que no murió fue aquella que cayó en buena tierra, dando fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno.

En Mateo 13, Jesús dice que el Reino de Dios es semejante a una red, que echada en el mar, recoge toda clase de peces, y cuando esta se llena, los pescadores la sacan a la orilla, recogen lo bueno en cestas y lo malo es echado fuera. Dijo Jesús: «Así será el fin de los siglos, saldrán los ángeles y apartarán los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego, donde será el lloro y el crujir de dientes».

El día de mañana seguiremos analizando otros tópicos de ésta problemática.