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Día 9: Dejarnos contener

Uno de los errores más comunes del liderazgo espiritual es creer que debemos estar siempre fuertes, siempre disponibles, siempre enteros. Esta presión nos lleva a aislarnos, a ocultar nuestras debilidades, y a enfrentar batallas internas sin pedir ayuda. Pero la verdad es que Dios no nos diseñó para caminar solos. Desde el principio, su modelo fue la comunidad.

Gálatas 6:2 nos exhorta a llevar las cargas los unos de los otros. Esto implica vulnerabilidad, apertura y confianza. Permitirse ser contenido por otros no es señal de debilidad, sino de sabiduría. Jesús mismo, en su humanidad, buscó la compañía de sus amigos en Getsemaní. Aunque ellos no comprendieron el momento, Él les pidió que velaran con Él. ¿Por qué? Porque el alma del líder también necesita contención.

Muchos pastores viven rodeados de gente, pero en profunda soledad. Acompañan a otros, pero no se permiten ser acompañados. Escuchan a todos, pero no se abren con nadie. Esta dinámica es insostenible. Tarde o temprano, el alma se resiente. Necesitamos personas que oren por nosotros, que nos escuchen sin juzgar, que nos abracen sin condiciones.

Dejarse contener es un acto de humildad. Es reconocer que no podemos con todo, que también necesitamos consuelo, dirección, afecto. Dios nos creó con esa necesidad. Y también preparó personas a nuestro alrededor para acompañarnos, si nos atrevemos a confiar.

Hoy, tal vez el paso más espiritual que puedes dar es llamar a alguien, compartir cómo estás, pedir oración. Porque el Espíritu Santo obra también a través de la comunidad.

Aplicación práctica: Llama hoy a una persona de confianza y comparte cómo te sientes realmente. Permite que ore por ti y te acompañe.