Sumérgete en el río de DiosMuestra

Sumergidos en su fidelidad

Estamos en un momento del río de Dios, en donde empieza a haber dones espirituales, empiezas a ver milagro tras milagro, es un estado en donde no importan las responsabilidades mensuales; si eres empresario y llega el día 15 y no hay para la nómina, Dios, de una u otra manera va a mostrar su fidelidad. 

Recuerdo los momentos de nuestros comienzos como emprendedores, en ese tiempo; llevábamos una organización no lucrativa, y un día, un empleado que manejaba los libros me dice: Víctor es 15, y le respondo: ¡lo sé!; pero Víctor, no hay nada en la cuenta, dijo él; a lo que le respondí una vez más: ¡lo sé!, pero también sé algo, ¿cuántas veces no pudiste cobrar tu cheque?, me dijo ¡nunca!; ¿cuántas veces Dios ha suplido?, siempre, respondió. Paso seguido añadí: ¡que te hace pensar que hoy Dios no va a suplir!, estaba hablando por fe, en serio no sabía de dónde iba a salir para la quincena.

En tanto seguía hablando por fe, una colaboradora abre el correo y grita: ¡oh mi Dios! Todos pensaron, se está muriendo; de repente se acerca y me entrega un sobre, sacamos su contenido y era un cheque de 20.000 dólares, el día 15, el día que necesitábamos pagar la nómina. El remitente, era una gran mujer, recuerdo que cuando la conocí, ella le hizo una pregunta a un pastor de misiones de una iglesia del área donde está ubicada nuestra congregación, diciéndole: ¡Pastor!, ¿cuánto dinero le has dado al ministerio de Víctor este año?; en ese tiempo, hace 15 años ya; estábamos alcanzando jóvenes sin ningún tipo de ingreso. El pastor de misiones, inmediatamente pide nuestro número de cuenta, e hizo una generosa siembra. En ese momento, ésta mujer de Dios, me dijo: ¡voy a hacer lo mismo que hizo este pastor, te voy a donar 20.000 dólares!

Dicho asunto se me ha olvidado por completo, pero el día que más lo necesitábamos, el día que nuestra cuenta estaba en cero; entonces, llegó el cheque. Te quiero decir algo, cuando tú estás cien por ciento sumergido en el río de Dios, cuando estás cien por ciento metido, y siendo guiado por Él, Dios en su fidelidad, nunca te va a faltar en nada. Es una realidad, pero se necesita sumisión completa.