Discipulado apostólico, dinámica de reinoMuestra

Proceso de formación Parte II

El día de ayer comenzamos a ver el proceso de formación, que utilizó Jesús con sus discípulos, hoy continuaremos analizándolo.

a. Del conocimiento del reino a las condiciones de su programación

La formación de Jesús no sólo quiere introducir en el misterio del reino, sino que quiere formar apóstoles de su reino. En la última parte de su vida, que Jesús dedicó especialmente a la formación de los doce, trata de inculcar en ellos las verdaderas exigencias del apostolado.

Así, les habla de la necesidad del padecimiento, la persecución y la cruz para traer el reino. A partir de la confesión de Pedro les habla de rechazo, desprecio y sufrimiento, en la que los discípulos habrían de participar, y presenta el cuadro de la pascua como el centro del reino que viene. Jesús insiste en el valor redentor de la negación de sí mismos, de la entrega de la propia vida, de la necesidad de «beber la copa» como él.

Toda formación, debe preparar para la persecución y la abnegación como valores apostólicos. Cuando presentamos un evangelio de comodidad, ofrecemos una gracia equivocada, en función de la persona para satisfacer sus anhelos y sueños, pero no para ser participante de una causa, y se pierde de vista el propósito, pues solo hablamos de disfrutar las bendiciones de Dios. Creamos expectativas placenteras del evangelio y los creyentes no presupuestan el costo del discipulado en su experiencia de vida.

b. De dejar cosas, personas y planes, a dejarse a sí mismo

Desde la primera llamada de los doce habían «dejado todo»: barcas, redes, trabajo, familia y casa... Se habían embarcado en el plan y proyecto de Jesús.

Pero sólo al final, en la tercera llamada, comprenden, que todo eso no era suficiente, ni lo más importante, y que era relativo a una renuncia más radical: el dejarse a sí mismo, su egoísmo y miras humanas, para dejarse conducir por Jesús, tal como se lo afirmó a Pedro, cuando le dijo: «Antes tu ibas donde querías... ahora te conducirá a donde tú no quieres». 

La presentación y vivencia completa del evangelio del reino, incluye dos facetas, las cuales enseña Pablo, en la carta a los gálatas: Cristo murió por mí en la cruz y yo morí también con Cristo, pues fui crucificado juntamente con Él.