Discipulado apostólico, dinámica de reinoMuestra
Formación apostólica del discipulado
La formación al apostolado era parte integrante del entrenamiento de los doce al misterio de Cristo y del Reino. Según el momento, Jesús formaba por la acción, como vemos en el capítulo seis del evangelio de Marcos, «se reunieron con Jesús y le contaron lo que habían hecho».
De estas misiones de vida ministerial, Jesús saca importantes criterios de acción. Jesús los envía a predicar y luego les hace reflexionar para que vayan descubriendo el sentido de la misión.
Pero Jesús no se contentó solo con estas revisiones, también los instruyó más sistemáticamente, sobre lo que han de anunciar y el modo de hacerlo; sobre el objetivo de la misión y sus exigencias espirituales que demuestran la espiritualidad de la misión.
A través de esta formación, Jesús va purificando y profundizando el empeño y desempeño apostólico de los doce, por medio de dos dinámicas:
Los lleva del protagonismo propio y la pura eficacia personal, al protagonismo del Espíritu Santo quien continuará la obra de Cristo.
Los lleva del puro activismo y militancia, «ser pescadores de hombres», a valorar la dimensión contemplativa del apostolado, como la experiencia de la contemplación del Cristo transfigurado en el Tabor, y el valor de la fe, oración y el servicio.
La formación a la experiencia de Dios
Esta dimensión de la formación de los discípulos es la más importante, y está en el trasfondo de todo lo anterior. Más que en ningún otro aspecto, Jesús va a formar en el descubrimiento y vivencia de Dios Padre, transmitiendo progresivamente, su propia experiencia y vivencia del Padre.
Jesús, por ejemplo, no funda una escuela o técnica de oración y contemplación, al estilo rabino, o de un «gurú» u otros fundadores de movimientos religiosos, sino que, en primer lugar, por su mismo ejemplo transparente y vivencia espiritual, despierta en los discípulos el deseo de la oración y de la experiencia del Padre.
Es decir, para Jesús, tan importante como orar, es conocer el verdadero rostro del Dios al cual se ora, y la experiencia del Dios Padre quien es amor. La oración es comunión y rendición, es decir, parte vital de la base de la formación es la contemplación de la gloria del Padre en la vida de Cristo.
Los discípulos progresan en la experiencia de Dios, al adentrarse en la intimidad de Jesús y de su identificación con el Padre. Para ellos, la experiencia de Dios es la experiencia de la fe y amor a Jesús, como manifestación de Dios. Jesús encarna la experiencia de Dios en medio de ellos; por eso, la intimidad espiritual de Jesús, se constituye en el principal polo de atracción en los discípulos y aún, las multitudes.
Acerca de este Plan
El discipulado apostólico de reino, se ejerce dentro de la iglesia, en la comunidad en general y en nuestra relación con todo el orden creado. En muchos sentidos, esta vida de la reconciliación es el aspecto más público de nuestro discipulado y al mismo tiempo, profundamente fusionado con nuestro testimonio y evangelismo.
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Nos gustaría agradecer a Basilio Patiño, de acuerdo con El Centro Network por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.redrema.org y http://www.elcentronetwork.com