Acabar con el despilfarro

Se nos aconseja vivir nuestras vidas prudentemente y sin despilfarro. Una vida derrochadora es una vida que vivimos para glorificarnos a nosotros mismos, nuestros deseos y nuestras agendas sin considerar el propósito de Dios. Una vida prudente es aquella que se vive para glorificar a Dios, ser como Él desea, hacer Su voluntad y ver Su propósito cumplido en nosotros.

Cuando estamos llenos del Espíritu, nuestras vidas se vuelven obviamente diferentes y cualquiera lo nota. Cuando dejamos de obrar con la limitada sabiduría humana y la conducta derrochadora del hombre, es evidente para todos que estamos moviéndonos de una manera distinta a los demás.

Efesios 5:5-18 nos da mucho en qué pensar. Habla negativamente de las “obras infructuosas de las tinieblas” y nos aconseja encarecidamente que busquemos lo que agrada al Señor y lo hagamos. ¿Qué crees que agrada al Señor en tu vida? ¿Lo estás intentando de todo corazón?

1 Juan 2:16 continúa diciendo que los deseos terrenales no son del Señor. Si reconocemos esto, ¿por qué seguimos tras ellos? ¿Por qué seguimos colocándolos en un lugar de prioridad por encima de lo que sabemos que agrada al Señor?

Para acabar con la vida de despilfarro, tenemos que pedirle a Dios que nos ayude a dejar de vivir derrochando. Lo necesitamos a Él para que nos revele cuáles son las cosas de Dios y las cosas puramente buenas, porque hay cosas que percibimos como buenas, que no son necesariamente pecado, sino un despilfarro, porque no cumplen el propósito de Dios en nuestras vidas.