Aumentando mi amor por Dios

En Lucas 10:25-37 Jesús está abordando dos asuntos. Él basa cada mandamiento y profecía en dos cosas: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Él une el amor por Dios y el amor por las personas. Jesús le señala al intérprete de la ley lo que la Biblia nos ha señalado desde el principio: cuanto más amemos a Dios, más amaremos a la gente. Cuanto más mostramos misericordia por las personas, más demostramos lo mucho que amamos a Dios. Nunca podemos estar llenos del Espíritu Santo y dejar de caminar en el amor.

Si odiamos a la gente por su raza, su etnia, lo que nos han hecho o lo que han dicho sobre nosotros, la Biblia nos dice que somos asesinos. Sabemos que los asesinos no tienen cabida en el Reino de Dios. Si vamos a caminar en el Espíritu, debemos caminar en el amor. Recuerda que todos los mandamientos se basan en el amor.

Volvamos a los versículos de 1 Juan 2:15-17 que leímos anteriormente en este Plan. Habla de los que aman a Dios y de los que aman al mundo. Ten en cuenta que hay dos categorías separadas. El pasaje deja claro que aquellos que albergan amor por el mundo y sus placeres fugaces no tienen el amor del Padre en ellos.

Finalmente, Juan 14:21 nos indica cómo mostrar nuestro amor a Dios, que es guardando Sus mandamientos. Cuando cumplimos Sus mandamientos le mostramos que lo respetamos, le tememos y en definitiva, le amamos.

Si bien la adoración es importante, amar a Dios es más que adorar Su nombre los domingos por la mañana. Tenemos que seguir Sus mandamientos, tenemos que amar las cosas que Él ama, y tenemos que mostrarnos amor unos a otros.