¿DÓNDE ESTÁN LOS QUE CONDENAN?

Recomiendo leer primeramente los versículos de referencia

Hoy podemos acercarnos a Jesús y pedirle perdón por haber acusado y condenado a nuestro prójimo, por haberlo lastimado con nuestras palabras y actitudes, poniéndonos en el lugar de Dios, el único Juez Justo. Cada día debemos ser capaces de dar más amor y ver a las personas que nos rodean con misericordia y bondad, como lo hace Jesús con cada uno de nosotros. Si ni siquiera Él condenó a esta mujer, ¿Quiénes somos nosotros para condenar a los demás?, lo que tenemos que hacer es orar por ellos y bendecir la obra del Espíritu Santo en ellos, pero también orar por nosotros, para que seamos más sensibles (en espíritu) a la necesidad y los problemas de los que nos rodean. Posiblemente, nos cueste más a unos que a otros, pero recordemos lo que dice en Filipenses 4:13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

En otras ocasiones también nos sentimos indignos de acercarnos a Dios cuando hemos pecado y pensamos que Él no nos perdonará o que tal vez hemos incurrido tantas veces en la misma falta que creemos que ya lo hemos cansado y Él no nos otorgará Su perdón una vez más, olvidando que Su amor es inagotable y eterno, y que el único que nos condena es el enemigo y no Él (acercarse confiadamente al trono de la gracia).

El Amor (vínculo perfecto) es lo que movió al Padre a dar Su Hijo por la humanidad, el AMOR FUE LO QUE MOTIVÓ a Jesús a ser OBEDIENTE hasta la Cruz (la motivación por el servicio a Dios debe ser por AMOR), y solo el verdadero amor nos permitirá ser un reflejo de Dios acá en la tierra.

Aplicación: ¿Te estás sintiendo condenado por alguien? Si es así, no es por el juez justo, porque su misericordia se renueva para tu vida. O bien, ¿Te gusta señalar a los demás? Cuidado, con un dedo señalas a otros, con los demás dedos te señalas a ti mismo.

Consejo: Reuerda que este es TU tiempo con Dios, pídele al Espíritu Santo revelación de la Palabra, no pienses primero en otra persona, ni hagas una reflexión generalizada, piensa en tu vida, en lo que Dios quiere contigo para luego, ayudar a otros.

Oración: Gracias Jesús, por tanto amor incondicional, por darme siempre una nueva oportunidad. Hoy necesito que despiertes en mí tu compasión por las almas, que el Espíritu Santo pueda darme empatía, para no juzgar ni murmurar en contra de otras personas. Hoy cambiaré mi lenguaje, hablaré vida, gratitud, alabanzas, seré un altavoz de tu palabra. Sigue orando con tus propias palabras.