Evidencia del EspírituMuestra

Fidelidad

“Mi palabra es mi garantía”. A veces me río cuando escucho eso. Pienso: "Sí, claro". La experiencia dolorosa me ha enseñado que las promesas de algunas personas no son buenas. No quiero prestarles dinero, creer sus historias o depender de ellos para nada. No son fieles. Los impulsan otros impulsos, tal vez la pereza, la inseguridad, el miedo o la codicia, pero no son fieles.

“El fruto del Espíritu es . . . fidelidad”, dice San Pablo (Gálatas 5:22). Ser fiel significa que dices lo que piensas y piensas lo que dices. No necesitas cruzar tu corazón y jurar sobre una pila de Biblias porque la gente sabe que dices la verdad. Eres leal a tus amigos y familiares, no traicionas las confidencias y cumples tus promesas. Pagas tus deudas. No finges que te gustan las personas y las socavas más tarde. Tu jefe ama tu trabajo porque cumples con tus tareas. No le mientas, no pongas excusas y no culpes a otras personas.

La fidelidad es un don del Fruto del Espíritu. Eso significa que somos entrenados e inspirados por las palabras del Espíritu en las Escrituras, y somos fortalecidos por la morada del Espíritu en nuestros corazones y mentes. Si bien es cierto que los incrédulos pueden mostrar ejemplos de fidelidad, cuando las personas que afirman ser creyentes en Cristo son infieles, todos los cristianos se ven como un fraude o farsantes. Nuestras palabras y acciones fieles son evidencia de que nuestra fe en Cristo es real.

Tu reputación está en juego. La reputación de Cristo está en juego.