[Vida de David] Cómo librar nuestras propias batallasMuestra

Mi victoria está en Él

En cualquier batalla hay al menos dos grupos, uno que es el defensor y el otro que es el atacante. Y siempre hay algo por lo que están luchando. Nuestra batalla principal, como creyentes, es contra el diablo que está constantemente buscando cómo robar, matar y destruir nuestra fe, nuestro testimonio y nuestra alma. El enemigo usará cualquier situación en nuestra vida para alejarnos del plan de Dios.

En el Antiguo Testamento, el pueblo de Dios tuvo muchas batallas y obtuvieron la victoria cuando siguieron el plan de Dios para el ataque. Esta situación fue aún más evidente durante el reinado del rey David, quien se aseguró de llevar a cabo las instrucciones de Dios, quien les dio la victoria. No fue la estrategia en sí la que funcionó, porque siempre fue diferente. El Señor hacía victorioso a David dondequiera que iba pues tenía Su mano sobre él. En varios pasajes leemos que David le dio todo el crédito al Señor por sus victorias, reconoció así su ayuda.

Cuando estamos en medio de una batalla, nuestra victoria viene de Jesucristo. Él puede darte el poder para ganar sin importar en qué tipo de batalla estés. Debes escuchar atentamente lo que Él ya ha dicho en Su Palabra acerca de ti y de la situación por la que estás pasando. Nuestro enemigo puede usar nuestras circunstancias para engañarnos, pero debemos recordar que ya está derrotado. Jesús ganó la batalla por nosotros en la cruz.

Puedes tener éxito en tu batalla contra la lujuria, el cáncer, el dolor, la tensión en tu matrimonio, la adicción al trabajo, el alcoholismo o cualquier otra cosa. La motivación y la intención de nuestro corazón debe ser que el amor de Cristo nos lleva a creer lo que dijo como la verdad; Su Palabra es nuestra verdad. Confiamos en que Dios es Aquel que pelea nuestras batallas y nos da la victoria. Caminamos en fe cuando creemos Su Palabra, cuando oramos y entonamos canciones que glorifican a Dios. De esta manera disponemos nuestro corazón y nos enfocamos en el Señor.

Puedes hacer esto orando: «Dios, quiero confiar en Ti. Soportas mis enfermedades y llevas mis dolores. Conviertes mi lamento en baile. Tú sanas a los quebrantados de corazón. Proclamas libertad y liberas a todos los cautivos».