[Vida de David] Cómo librar nuestras propias batallasMuestra

Invierte en las batallas de la próxima generación

¿Crees que tus decisiones de hoy tienen el poder de cambiar tu mañana? Aún mejor, ¿crees que las generaciones futuras se verán afectadas por tus decisiones de hoy? La respuesta es sí. Nuestras decisiones de hoy pueden abrir o cerrar caminos para nuestro futuro, por generaciones. Imagínate si tomaras la decisión de cambiar tu lugar de residencia a otro país... Todo cambiaría: tus relaciones, tu lugar de trabajo, los amigos con los que sales, el idioma. Toda tu perspectiva, sobre tu futuro y tus generaciones, también cambiaría.

El rey David era un hombre con mentalidad de legado. En otras palabras, tenía una perspectiva generacional. Cuando David derrotó a Hadadezer, rey de Zoba, encontró oro, bronce y plata, pero no se lo guardó. En cambio, lo apartó para construir el templo. Ya se le había dicho que él no iba a construir el templo, pero que su hijo lo haría. Entonces, estaba preparando las cosas que Salomón necesitaría, estaba dejando listo su legado.

Estamos en una batalla hoy, que nos prepara para mañana. Esto significa que debemos enfocarnos en lo que habrá después de hoy, de las circunstancias, o para ganar a toda costa. Necesitamos darnos cuenta de que Dios está haciendo algo hoy para construir nuestro legado para el futuro. Esto no significa que debemos escribir nuestro testamento. Significa que necesitamos hacer una diferencia en nuestra familia, en nuestras amistades, en nuestros corazones y en todas las personas que nos rodean, para que puedan ser alentados a pelear sus propias batallas mañana.

El legado no es lo que dejas atrás. El legado es lo que inviertes para el futuro. Es lo que estás previniendo para que otras personas hagan en el futuro. Invertimos en nuestras vidas, así como en el Reino de Dios, porque todo esto no se trata de la Tierra o las cosas materiales, se trata de la batalla por el corazón. No se trata de cómo respondemos en el momento, sino de cómo respondemos mirando hacia adelante. Ahí es donde reside el verdadero poder. Cuando las cosas van mal o parece que estamos atascados, tenemos que recordarnos a nosotros mismos que debemos mirar hacia adelante.

Si cada uno de nosotros tuviera esto en cuenta, todos los días trataríamos de ser mejores que ayer. Elegiríamos la mejor manera de impactar a las personas que nos rodean trayendo el reino de Dios a la Tierra.