La esclavitud: Deuda

La historia de la viuda endeudada es una de mis historias favoritas de la Biblia. Una mujer que hereda de su difunto esposo deudas que no puede pagar y que corre el peligro de, al no pagar, ser llevada juntos con sus hijos como esclavos. Sin embargo, consulta a Dios y a través del profeta recibe la dirección para pagar sus deudas y vivir el resto de sus días utilizando un poco de aceite que había en su casa. ¡Wow! Es una historia fantástica.

Esta historia nos permite aprender mucho sobre el tema de la deuda. Como hijos de Dios estamos llamados a vivir libres de deuda, pues, la deuda es una forma de esclavitud, dado que, ya no eres libre para disponer de tus finanzas, sino que estás atado a tu acreedor. El problema es que cuando estamos atravesando momentos financieros difíciles buscamos la ayuda en los bancos y prestamistas antes que ir a Dios. Nos han enseñado mentiras sobre que la deuda es necesaria porque el que nada debe nada tiene o que sin deuda no puede construir vida crediticia, pero la verdad es que no somos llamados a tener vidas crediticias, sino a prestar e invertir, no a pagar intereses, sino a recibir dividendos (Deuteronomio 28:12).

Si ya estás endeudado, la respuesta sobre qué hacer para salir de deudas es sencilla: paga y deja de pedir dinero prestado. La viuda endeudada es un gran ejemplo, ella ha heredado las deudas de su esposo, algo a tener en cuenta, puesto que hoy en día las deudas también son heredables, pero en vez de huir de las mismas busca al Señor para que le ayude a pagarlas. Ella recibe una instrucción que reta su fe: pedir muchas vasijas, ir a su casa y llenarlos con el poco de aceite que tenía. Ella aplica dos principios: obedece la instrucción y la cree sin duda ¿Recuerdas qué era un acto de fe y obediencia? Repasa el día 3.

Por su fe y obediencia, la viuda ve un milagro: se multiplica el aceite y puede ir a venderlo, pagar sus deudas y vivir libre con sus hijos. Si quieres salir de deudas, pregúntale a Dios cómo, organiza tus gastos, busca ingresos extra y revisa el aceite que tienes en tu casa. Dios está contigo.