DÍA 2: DISCIPLINA

El rey Ezequías era un humano normal. A veces, creemos que los reyes y personas con autoridad y poder tienen todo resuelto, pero no. Independientemente de nuestra condición social o física, las enfermedades pueden llegar y cambiar todo el panorama que tenemos enfrente.

La Biblia nos cuenta que, después de una posible toma de Israel por parte de los asirios en la que Dios ya había hecho milagros, Ezequías cayó enfermo. No sabemos la causa, pero la Biblia nos narra las circunstancias de estrés que rodearon la enfermedad.

Por el estilo de vida que hemos abrazado como seres humanos, las responsabilidades bancarias, familiares, necesidades, etc. dejamos de lado lo más importante: la disciplina de vivir en comunión con Dios.

A lo largo de todo el capítulo 38 de Isaías, vemos cómo Ezequías, incluso en su enfermedad, clama a Dios para que se acuerde de él. Lo increíble es que cuando Dios lo sana y extiende su vida, ya con salud, Ezequías dice: “tu disciplina es buena, porque lleva a la vida y salud”.

Para el apóstol Pablo, ya no solo se conocía la disciplina como forma de castigo, sino como forma de entrenamiento; y es cierto. Dios permite que vivamos situaciones en las que nuestro espíritu es forjado, y el objetivo es una vida recta; entrenamiento disciplinado para una vida recta ante Dios. La disciplina espiritual nos da salud física, no metafórica.

Que mantengamos nuestro espíritu en dependencia de Él, que lo busquemos como Padre, que entrenemos nuestra vida buscando Su disciplina será doloroso en un principio, pero nos dará vida y salud.

Preguntas:

• ¿En qué áreas de mi vida debo ser más disciplinado?
• ¿Qué áreas de mi espíritu no han sido entrenadas todavía?
• ¿Cuáles son mis áreas débiles y fuertes?
• ¿Cómo puedo animar a otros a entrenar en su vida espiritual?