Cristo vivió por nosotros

Cristo nació, y su nacimiento fue motivo de una alegría incomparable: ¡El Mesías esperado llegó a la tierra! Sin embargo, debemos entender que la Navidad no fue el propósito último de Su venida. No fue un fin en sí mismo, sino un medio para la salvación. Por eso, aunque era absolutamente necesario que Jesús naciera, eso no era lo único que Él debía hacer.

¿Te has preguntado por qué Cristo no pudo morir por nosotros siendo un bebé? ¿Por qué tuvo que vivir 33 años antes de morir en la cruz? Esto es porque Él debía representarnos tanto en la vida como en la muerte. Adán fue nuestro representante en el Edén, y por su desobediencia, Dios nos constituyó pecadores. Por lo tanto, necesitábamos un mejor representante delante de Dios, uno que por Su obediencia nos constituyera justos.

El problema es que ninguno de nosotros podría obedecer perfectamente a Dios, pues todos hemos pecado... todos menos Cristo. La esperanza brilló en su máximo esplendor en ese pesebre porque había nacido el Salvador del mundo. Pero Él no salvaría sólo por haber nacido, sino que también debía vivir una vida de perfecta obediencia a Dios en representación nuestra.

Por esta razón, Cristo no pudo salvarnos muriendo como un bebé. Él debía obedecer en nuestro lugar. Esto fue exactamente lo que Jesús hizo a lo largo de Su vida. Cumplió con cada una de las leyes de Dios que nosotros hemos transgredido. Vivió la vida justa y perfecta que nosotros no pudimos vivir, y todo esto para que, por Su obediencia, constituyera justos a muchos: a todo aquel que deposita su fe en la justicia de Cristo para salvación.

ORACIÓN
Señor, perdóname por mis pecados. Reconozco que soy pecador y que necesito a Cristo como mi representante perfecto delante de ti. Deposito mi fe en Su justicia, porque Él cumplió lo que yo no pude. Gracias por Jesucristo, quien me permite acercarme a ti confiadamente. Ayúdame a comprender la importancia del nacimiento y de la vida de obediencia de Cristo para mi salvación y a vivir de una manera digna de ti. En el nombre de Jesús, amén.