Conclusión

La Navidad no se trata de nosotros.

No se trata de lo que tú y yo podamos hacer para impresionar a Dios. Tampoco gira en torno al amor entre familia, ni a nuestra generosidad. La Navidad se trata de Dios: de Su amor hacia viles pecadores, de Su fidelidad al cumplir lo que prometió, de Su generosidad al entregar a Su único Hijo. Habla de Su justicia, manifestada al proveer a Cristo como sacrificio por nuestros pecados; de la humildad de Cristo al encarnarse; de Su rectitud al vivir; de Su poder al resucitar y de Su gloria para siempre.

La Navidad es el principio del Evangelio —las Buenas Noticias— para nosotros. Este Evangelio es el poder de Dios para salvación y también el estímulo para una vida de adoración. Creer esta buena noticia no solo nos salva, sino que también nos transforma. Al recibir verdaderamente este gran regalo, nuestras vidas comienzan a reflejarlo para la gloria de Dios.

Habiendo entendido la gracia inmerecida que hemos recibido, ahora podemos compartir de esa misma gracia con los demás. Porque, aún siendo pecadores, Dios nos amó tanto que dio a Su único Hijo. Podemos amar a nuestras familias, amigos e incluso enemigos porque Dios, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con toda bendición espiritual, ahora podemos ser generosos con los demás. Porque a Cristo le costó Su vida salvarnos, ahora nosotros vivimos para adorarlo.

Recibir verdaderamente el amor de Dios transforma nuestras vidas para siempre.

Esperamos que hayas disfrutado de este devocional. Nuestra oración y deseo es que Dios continúe hablándote, que tu entendimiento del verdadero significado de la Navidad haya crecido y que tu amor por Dios haya incrementado. Oramos para que este recurso haya sido usado por Dios para animarte a la lectura de la Palabra De Dios y a la oración diaria.

Te invitamos a seguirnos en redes sociales para encontrar recursos bíblicos que bendecirán tu vida. ¡Gracias por haber hecho este recorrido junto con nosotros!