Cristo murió por nosotros

Hemos reflexionado que, para cumplir con el plan de salvación de Dios, era necesario que Cristo naciera (se encarnara) y viviera una vida de obediencia perfecta en representación nuestra. Hoy veremos que, además de esto, también era necesario que Cristo sufriera por nosotros.

No sólo necesitábamos una vida perfecta en nuestro lugar, sino también alguien que pagara las consecuencias de nuestra desobediencia. Como vimos en la primera semana, el hombre pecó y fue destituido de la gloria de Dios. Nuestras transgresiones nos metieron en graves problemas: merecemos morir como castigo por nuestros pecados y enfrentar la ira de Dios contra el pecado. Además, nuestros pecados nos separaron de Dios y nos hicieron esclavos del pecado.

Dios, en Su amor, decidió salvarnos. Pero como también es justo, debía hacerlo de una manera que satisficiera Su justicia. Esto fue posible mediante la muerte de Cristo. Su muerte solucionó cuatro problemas fundamentales que enfrentamos como pecadores:

1. Sacrificio: En la cruz, Cristo pagó la pena de muerte que merecíamos (Hebreos 9:26).
2. Propiciación: Satisfizo la ira de Dios contra nuestro pecado (1 Juan 4:10).
3. Mediador: Nos reconcilió con Dios, restaurando nuestra comunión con Él (2 Corintios 5:18-19).
4. Redentor: Pagó el precio de rescate, liberándonos de la esclavitud al pecado para siempre (Marcos 10:45).

¡Esta Navidad celebramos que Jesús vino a nacer, vivir y morir por nosotros! ¡Qué hermoso intercambio!

ORACIÓN
Señor, gracias porque por la muerte de Cristo yo vivo. Su herida me sanó y Su castigo trajo mi paz, pues murió en mi lugar. Gracias por salvarme por gracia mediante la fe en Jesús. Transforma mi vida con esta verdad. En el nombre de Jesús, amén.