El primer anuncio de la Navidad

Dios creó los cielos y la tierra, el día y la noche, el cielo, los mares y todo lo que hay en ellos. Al terminar, Dios contempló Su creación y la llamó buena. ¡Esto es fascinante para mí! Pensar en un Dios Poderoso creando con tanta delicadeza, detalle y agrado... Pero sin lugar a dudas, el punto de coronación de la creación fue cuando Él creó al hombre.

A diferencia de toda la creación, nos creó a Su imagen y semejanza y nos entregó la creación para gobernarla. Pero es aquí donde la historia da una vuelta miserable: el hombre pecó. El hombre pecó y perdió su inocencia, pureza, inmortalidad, sanidad, su paz y propósito; pero sobre todo, perdió lo más valioso que tenía: su relación con Dios.

Génesis 3 relata un momento histórico realmente oscuro. Pero lo fascinante es que, en medio de las densas tinieblas y de las graves consecuencias de nuestro pecado, Dios hizo resplandecer un mensaje de esperanza. Prometió que un día habría de nacer un hombre que sería herido pero que saldría victorioso. Anunció que este hombre sufriría, pero también que él destruiría para siempre a la muerte.

¡Este es el primer anuncio del Evangelio, es decir, de las Buenas Noticias para nosotros! Desde el principio, Dios nos muestra que la esperanza de nuestra restitución no vendría de nosotros, sino de Él. A Su tiempo, vendría un bebé que cambiaría la historia, un héroe que vencería y nos daría la victoria.

Aquí vemos el primer anuncio de la Navidad que hoy en día celebramos. Toma un momento y medita en la alegría de recibir este mensaje de luz en medio de las tinieblas.

ORACIÓN
Dios, gracias por tu misericordia. Gracias porque, aun en medio de nuestra culpabilidad, tú anunciaste un mensaje de esperanza para nuestra salvación. Gracias por no abandonarnos. Te pido que esta verdad penetre nuestro corazón, que nos ayudes a celebrar la Navidad con asombro y entendimiento de la terrible situación en la que estábamos y la hermosa gracia que tuviste para nosotros. En el nombre de Jesús, amén.