El vástago de esperanza

Ayer vimos una promesa acerca de un rey descendiente de Judá. Hoy, estos pasajes profetizan el nacimiento de un descendiente de Isaí, quien fue un hombre de la tribu de Judá. Isaí fue el padre del Rey David, a quien Dios también le hizo la promesa de que le daría un descendiente que reinaría para siempre. Estas tres profecías hablan de la misma persona: es la misma promesa de Dios dada a diferentes generaciones acerca del Mesías.

Pero la profecía de Isaías 11:1-2 nos permite ver algo de este rey que no vemos en las otras profecías. Para comprender mejor, repasemos el contexto en el que esta profecía fue dada. Israel se había apartado de Dios, por lo que Dios ejecuta un juicio contra ellos. En Isaías 6, Israel es descrito como un roble, y el juicio emitido es que sería cortado.

¡Esto es terrible! Pareciera que la promesa del Evangelio de Dios, de restituir a un pueblo para sí, se viene abajo. Pero, en medio de estas malas noticias, nuevamente resplandece un mensaje de esperanza para nosotros: el roble sería cortado, pero el tronco quedaría de pie, y es de ese tronco que saldría una simiente de vida.

Esta simiente es la que Génesis 3 prometió; es el vástago de esperanza que retoñaría de un pueblo cortado y sin vida. De lo más bajo vendría un rey que daría vida a su pueblo y que humillaría a los árboles de gran altura. El Espíritu Santo reposaría sobre él y le daría las cualidades necesarias para vivir una vida perfecta y ejercer un gobierno justo y eficiente.

¡En medio de sequía, injusticia y muerte, este vástago es nuestra esperanza!

ORACIÓN
Gracias, Dios, porque nuestra esperanza está segura en tus promesas. Nada ni nadie puede detener las promesas de tu glorioso Evangelio. Gracias por Jesucristo y la esperanza que tenemos en Él. Ayúdanos a crecer en el entendimiento de esto. Amén.