Conociendo a un Dios PersonalMuestra
El Dios de Israel: Ana: El que puede conceder las peticiones
1 Samuel 1:17 Ve en paz», le respondió Elí, «y que el Dios de Israel te conceda la petición que le has hecho».
Ana, es una mujer que no podía tener hijos tenía un esposo que le amaba, tanto le amaba su esposo que él le daba más porciones de lo que Penina, su otra mujer le era dado. Se podría decir que tenía todo lo que una mujer desearía, una esposo que le ama, un techo, ropa, porciones para su uso personal, pero había algo que le faltaba, algo que deseaba más que cualquier cosa material, y era la capacidad de tener hijos... ella no podía.
Pero su petición se volvió de a poco más importante que lo tenía, y no estoy diciendo que no debemos de pedir o desear alcanzar algunas cosas, dentro de sus límites, la ambición, el deseo por algunas cosas, el superarse es bueno, pero cuando ese deseo supera lo que el Señor ya te dio para que disfrutes, eso se vuelve un peligo, y eso lo podemos ver en las palabras de Elcana resuenan como las palabras que en algún momento el Señor nos puede llegar a decir...
"... ¿No soy yo para ti mejor que diez hijos?" ¿No soy yo mejor que lo que tú esperas? ...
A veces priorizamos más la petición que al dador de esa petición. Priorizamos más las expectativas, que al provocador de ellas. Tal vez Ana ya se imaginaba jugando con el niño, pero Elcana talvez se sentía relegado. Y es que la petición de Ana al pensarla nos centramos nada más en cómo lloro y cómo le fue dada, pero no pensamos muchas veces en la causa, Penina le hacía burla, dice que hasta se irritaba... Aquí quiero tocar dos cosas... ¿qué hacemos con lo que Dios nos dio?... ¿Lo disfrutamos, o lo usamos para mostrarlo y que los demás miren cómo el Señor hace con su siervos?
Otro ejemplo, Amán quería los regalos del rey para exhibirse, el panadero en los tiempos de José, para exhibir el pan en su cabeza, Saúl quería hacer sacrificio a pesar de no esperar a Samuel para que se viera que él podía... aquel rey parado en su carruaje en medio de la guerra mientras se desangraba en lo secreto para que siguiese siendo visto como el rey fuerte puesto en pie...
Ana se presenta, derrama su alma, tanto que su voz era tenue, más sus boca no se cerró.
1 Samuel 1:15: Pero Ana respondió: «No, señor mío, soy una mujer angustiada en espíritu. No he bebido vino ni licor, sino que he derramado mi alma delante del SEÑOR.
Para mi este derramar el alma fue, como el sacrificio de Abraham entregar lo que más amaba, entregar sus más íntimos deseos de lo que esperaba ante el Señor. Tal vez la petición no llega ni se realiza, porque la hemos priorizado más que al Señor... hemos puesto la petición en el lugar que está el Señor...
¿No te ha pasado que le regalas algo alguien y ni le ponen atención mientras les estás hablando?
Algo así me imagino que pasaba con Ana, y que nos ha pasado... Pero el Dios de Israel, el Dios de Ana es aquel que cumple la petición del afligido...
Es el que escucha la voz de tu corazón, el que está cercano en la depresión...
El que remienda el corazón roto...
El que no se ausenta en la pérdida...
El que en el valle de sombra no falta su ánimo...
El que también está en la vergüenza como en la risa...
Es el Dios de pactos... el que no deja estéril a el que quiere producir.
Escrituras
Acerca de este Plan
Jeremías 9:24 Pero si alguien se gloría, gloríese de esto: De que me entiende y me conoce... Una de las glorias que el Señor le permite al hombre es que le conozcamos, pero no de conocerle de sólo saber quién es sino saber cómo es Él. Hay una pequeña gran diferencia entre conocer de Dios y conocer a Dios, y este plan anhela hablar de esto. De conocer al Señor de una manera tan personal que no sólo sea Dios, sino tú y nuestro Dios.
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Nos gustaría agradecer a Piedra sobre Piedra Podcast por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://podcasters.spotify.com/pod/show/juan-l-sarmiento