Principios para cultivar actitudes en pro de la unidad del cuerpo de CristoMuestra

3. Principio de la libertad vs el amor

El amor limita la libertad. El mensaje básico de Romanos 14:13 y 15:2 es que la libertad cristiana debe limitarse por el amor: “Cada uno de nosotros agrade a su prójimo para el bien, con miras a la edificación” (Romanos 15:2).

La medida de que tanto te importan los otros creyentes es que tanto estas dispuesto a limitar tu propia conducta por amor a ellos. “Así que, no nos juzguemos más los unos a los otros; más bien, determinad no poner tropiezo, impedimento u obstáculo al hermano” (Romanos 14:13).

El amor cristiano necesita ser discernidor

En la búsqueda de la unidad del cuerpo de Cristo, es necesario hacer una parada obligatoria en el amor discernidor. Este era el concepto que manejaba el apóstol Pablo. “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles…” (Filipenses 1:9-10). La búsqueda del amor de Dios nos conduce indefectiblemente a la integridad y al comportamiento responsable. El amor debe ser “en ciencia y en todo conocimiento”. 

Las palabras ciencia y conocimiento utilizadas en este pasaje, de acuerdo al griego del Nuevo Testamento, son aisdsesis y epignosis, respectivamente, que significan discernimiento (percepción) y reconocimiento (conocimiento pleno). Esta combinación de amor y conocimiento es vital. El conocimiento sin amor no tiene valor espiritual y puede ser una fuente de envanecimiento; pero el amor tiene necesidad del conocimiento maduro y espiritual. 

Este amor discernidor nos capacita para distinguir no solamente entre lo bueno y lo malo, sino también entre lo importante y lo trivial, lo conveniente e inconveniente, lo que edifica y lo que no edifica. El amor discernidor tendrá percepción moral, discernimiento ético; tendrá la capacidad de discernir tiempo y ocasión. Nos facultad para que podamos “aprobar lo mejor”, vale decir, lo más valioso, lo superior, lo excelente. Una traducción más ajustada, según el contexto, debería decir “para que aprobéis las cosas que son excelentes”, con el objetivo de que “seáis sinceros e irreprensible”, es decir, moralmente aprobados, sin tacha; con autenticidad de carácter.