Dios Es Un Gerente ExcepcionalMuestra
Principios en la gerencia divina – Parte III
El Señor rico de esta parábola actúa con gran sabiduría y nos deja algunos principios útiles que podemos aplicar a nuestra vida laboral, eclesiástica, etc.
- El propietario rico les fijó objetivos claros (negociar en un tiempo determinado), pero amplios al mismo tiempo, dándoles un margen de maniobra
El evangelista Lucas también recogió esta parábola de Jesús y nos aporta otros detalles adicionales a Mateo. Lucas dice que la instrucción dada fue: “Negociad entre tanto que vengo”. Negociar, según su significado en griego y el contexto de la situación, implicaba varias cosas: actuar con diligencia, obtener ganancia, correr riesgos al hacer una transacción. La palabra pragmateúomai que traduce negociad, significa: comerciar, hacer negocio, ocuparse uno mismo.
Por otra parte, la expresión “entre tanto que vengo”, denota que había un tiempo perentorio, fijado por el propietario, para poder hacer negocio. La expresión completa “negociad entre tanto que vengo”, daba a entender que habría un proceso de rendición de cuenta de cada siervo, una vez que el propietario regresase.
Las expectativas y las instrucciones del amo rico eran claras: “Negociad entre tanto que vengo”. Una buena gerencia comienza por definir con claridad y precisión los resultados esperados y después permitir que cada quien encuentre su camino para alcanzarlos.
Es más eficiente y efectivo unificar los fines que unificar los medios (métodos y recursos)
De esta forma también se evitan los moldes y estereotipos (cada vez que se impone una regla se elimina alguna alternativa), a la vez que se estimula la creatividad de las personas, y se da oportunidad para que el talento se exprese. Al definir claramente los resultados, definir límites (tiempo) y el resultado esperado, dejando grados de libertad para que la gente encuentre sus caminos naturales para lograr los resultados, se potencia también la confianza y seguridad en ellos mismos y la asunción de la responsabilidad por sí mismos. La conclusión es: evite controlar. El control en el fondo crea dependencia y trunca la iniciativa. Mucha de la cultura empresarial sobre dirección del trabajo, se basa en el control, más que en el empoderamiento.
El señor rico deja claro que Él espera ver resultados de sus inversiones. En el ejercicio de sus funciones como empresario, establece claramente sus expectativas y objetivos de lo que espera obtener como propietario. Al mismo tiempo les da un voto de confianza, dejando en sus manos la forma de obtener los resultados.
En otras palabras, Dios establece la necesidad de control en función de los resultados esperados y comunicados a sus siervos. En última instancia es el trabajador quien puede hacer que las cosas sucedan y quien puede tener el control del trabajo que está realizando. Dios no nos encasilla, no nos prescribe una receta fija, restringiendo nuestro desempeño a un manual de normas y procedimientos. Por supuesto, que Dios establece un conjunto de reglas generales de estricto cumplimiento y apego. Al controlarnos a través de los resultados esperados, Dios nos concede una limitada pero genuina soberanía sobre la forma de resolver las cosas y operar lo que Él nos ha dado en calidad de mayordomos; al mismo tiempo, con su muestra de confianza, nos empuja a asumir nuestra responsabilidad, y da lugar a la expresión de nuestros talentos y creatividad, a que aflore nuestro propio estilo. Dios no quiere autómatas. Eso es una muestra de respeto por nuestra singularidad.
El Señor le dio a cada uno de los tres siervos un gran tesoro y una maravillosa oportunidad. Los primeros dos siervos pusieron el dinero a trabajar y lo duplicaron. Hicieron lo mejor con esa oportunidad, aunque eso involucraba un riesgo. No podrían haber actuado tan resueltamente si no hubieran confiado en el señor. Si hubieran creído que el Señor los castigaría por cada error, no se hubieran sentido lo suficientemente libres para hacer lo que hicieron. Actuaron con confianza, no solamente en sí mismos, sino también en su Señor.
El siervo con un talento, sin embargo, actuó por miedo. No siente afecto por el Señor, está preocupado solamente con su propia seguridad, y no va a arriesgarse para enriquecer al señor. Él permite que el miedo dicte sus acciones. Entierra el dinero, pensando que eso lo librará de la responsabilidad.
Escrituras
Acerca de este Plan
La parábola de los talentos nos recuerda que todos hemos recibido dones, habilidades o capacidades para servir en el reino de Dios, y para contribuir en esta vida sirviendo a otras personas. Lo que hagamos con el talento recibido tendrá efectos futuros y eternos, cuando Dios examine (nos haga rendir cuentas) qué hemos hecho con lo que Él nos ha dado en calidad de mayordomos (administradores). La parábola de los talentos es un recordatorio de que debemos seguir trabajando diligentemente mientras le esperamos. La parábola muestra también el estilo de gerencia de Dios.
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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: vidaefectiva.com