Aprendiendo a pedir a DiosMuestra

Una secuencia para recibir nuestras peticiones de parte de Dios

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. Mateo 7:7

Jesús nos llama a tener intensidad, pasión y persistencia en la oración. Y utiliza tres verbos que se relacionan con el proceso de pedir y recibir.

En esta descripción triple de la oración como pedid, buscad y llamad vemos diferentes aspectos de la oración y diferentes aspectos de su recompensa. Esto requiere: “Pedid con confianza y humildad. Buscad con cuidado y aplicación. Llamad con seriedad y perseverancia”. (Clarke)

El texto citado no sólo dice que debemos pedir, sino también buscar y llamar. Y para eso se requiere perseverancia y pasión (Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón) (Jeremías 29:13)); también requiere esperar con paciencia. 

La oración es como el buscar en que buscamos a Dios, su palabra, y su voluntad; y el que busca, halla. El hallar es la recompensa de buscar.

Dios promete una respuesta para aquellos que lo buscan con diligencia. Tenemos la garantía de que el Señor responderá si buscamos con perseverancia y pasión. “Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá” (Miqueas 7:7).  Muchas de nuestras oraciones sin pasión no son respondidas por una buena razón, porque es como si le pidiéramos a Dios que le tome importancia a algo que nos importa poco o nada.

Dios valora la persistencia y pasión en la oración porque demuestran que compartimos su corazón. Demuestra que nos importan las cosas que le importan a Él. La oración persistente no supera la reticencia obstinada de Dios; le da gloria a Él, expresa dependencia de Él y alinea nuestro corazón más con el suyo.