Siervos - Esperamos Al Rey Dando FrutoMuestra
Dios constituye a su siervo como un pacto para el pueblo y como luz para las naciones.
Esto define la identidad del siervo vinculada a su misión o vocación más profunda. Por eso el siervo es constituido a partir de su llamado. El Dios que te llama te sostiene, te preserva y te constituye.
Nuestra época se caracteriza por una aguda crisis de identidad. Como cristianos, siervos de Jesucristo podemos definirnos y construir nuestra identidad a partir de la dignidad que se nos revela en Cristo. El valor personal nos es revelado y necesitamos apropiarnos de ese valor por la fe.
La lucha por la identidad tiene diferentes matices, uno de ellos es reconocer la tensión entre la gracia y la verdad.
Juan 1:14: Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
El verbo se hizo carne. Vimos Su gloria. Lleno de gracia y de verdad.
La gloria que podemos contemplar en la Palabra encarnada se manifiesta en dos virtudes que tiene la Palabra: la gracia y la verdad.
Gracia: Amor inmerecido. Es aquella expresión del amor de Dios que va más allá de nuestra capacidad, que se apropia por la fe. Es el favor dispensado hacia alguien a pesar de su situación.
Verdad: La verdad es firme. No se mueve. Es la rectora de nuestra conducta y la que nos da libertad.
La verdad puede resultar cruel cuando no la entendemos, pero es una expresión del amor y de la gloria del Verbo.
Jesús nos lleva al límite con la verdad (revela nuestro estado, nuestras necesidades reales. Es como un espejo de sinceridad) y con su gracia nos levanta. Solo esto produce cambios reales.
En un mundo donde el relativismo impera, la verdad dejó de ser una virtud. Ya no hay una verdad, hay “tu verdad” y no es absoluta por lo tanto no la necesito.
La gracia barata es un concepto que nos habla del desprecio del verdadero precio de la gracia
Jesús estaba lleno de gracia y de verdad. Jesús utiliza estos criterios para extendernos y para edificar en nuestras vidas.
LUZ A LAS NACIONES
Dice el tío Ben en el libro “Las aventuras de Tom Sawer” de Mark Twain que hay dos días importantes en la vida del hombre, el día que nace y el día que sabe para qué. Nuestra identidad está indisolublemente vinculada a nuestra misión. Dios mismo te constituye luz a las naciones.
Jesús nos dijo que como iglesia somos la luz del mundo.
"Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo" (Mateo 5:14-16).
Como siervo debes aspirar a ir más alto, a alcanzar lugares de influencia, acceder a posiciones de autoridad. Pero no para ti mismo sino para reflejar la luz que hace que la gente alabe a nuestro padre.
LA LUZ CON QUE BRILLAMOS PROVIENE DE DIOS.
Es buscando la intimidad con El Amado que la luz de Su rostro se reflejará en nosotros.
"Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; Andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro. En tu nombre se alegrará todo el día, Y en tu justicia será enaltecido. Porque tú eres la gloria de su potencia, Y por tu buena voluntad acrecentarás nuestro poder" (Salmo 89:15-17).
LA LUZ SE MANIFIESTA EN LA COMUNIDAD.
Vivir en la luz implica comunidad. Mantener la comunión con Dios no es posible si descuidamos nuestra comunión como hermanos.
"Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7).
LA LUZ IMPLICA SANTIDAD.
Para iluminar debes buscar santificarte constantemente.
"Por tanto, si todo tu ser disfruta de la luz, sin que ninguna parte quede en la oscuridad, estarás completamente iluminado, como cuando una lámpara te alumbra con su luz" (Lucas 11:36).
"Porque ustedes antes eran oscuridad y ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz" (Efesios 5:8).
UN PACTO PARA LAS NACIONES
Ser un pacto para el pueblo es asumir nuestra identidad como sacerdotes, personas que trazan puentes que llevan a la gente a Dios.
Apocalipsis 1:5-6 : y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libertó de nuestros pecados con su sangre, e hizo de nosotros un reino y sacerdotes para su Dios y Padre, a Él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.
ES ASUMIR EL MINISTERIO DE LA RECONCILIACIÓN
El pueblo de Dios en Cristo está conformado por judíos y gentiles, no es un paréntesis en el plan de salvación, es un misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, formamos un solo hombre, un solo cuerpo, con acceso al mismo Padre Celestial por medio del mismo Espiritu.
"Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios." (2 corintios 5:18-20).
No olvides tu nombre. Como siervo estás constituido como un pacto para el pueblo y una luz para las naciones.
Escrituras
Acerca de este Plan
Nueve devocionales en nueve versículos que nos guiarán a una vida como siervos de nuestro rey.
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Nos gustaría agradecer a Cristo para Todos por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.instagram.com/cristoparatodos/